Las empresas enfrentan constantemente nuevos desafíos y oportunidades debido a la dinámica de los mercados. En la actualidad, aquellas reguladas por organismos públicos como la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), la Superintendencia de Pensiones o la Superintendencia de Salud, están obligadas a presentar estados financieros auditados de forma periódica.
El papel del auditor externo es fundamental para fortalecer la confianza y transparencia en la información contenida en los estados financieros de estas empresas. La emisión de una opinión independiente y objetiva es valiosa para los stakeholders.
Sin embargo, surge la pregunta de cómo se maneja esta situación en el caso de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs). A diferencia de las grandes empresas reguladas, las PyMEs no están obligadas a realizar una auditoría de sus estados financieros, a menos que sea requerida por algún tercero, como puede ser una institución financiera con la que busquen obtener un financiamiento.
Aunque la auditoría no es una obligación para las PyMEs, el auditor externo puede contribuir significativamente a estas organizaciones a través de su experiencia y conocimiento especializado. Por ejemplo, puede colaborar en la implementación de un modelo de gestión de riesgos, llevar a cabo auditorías de cumplimiento tributario, verificar la eficacia operativa del control interno, entre otras actividades, siempre velando por el cumplimiento de las normas de independencia que rigen a su profesión.
En conclusión, aunque las PyMEs no estén obligadas a realizar auditorías, contar con la asesoría de un auditor externo puede agregar valor a su funcionamiento interno y brindar confianza tanto a los propietarios como a los otros grupos de intereses en la empresa.
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